Leí lo más dulce.
Y ya ni siquiera lo deseé.
Tú y yo no estamos destinados nunca a ser, eso es algo que se me metió en los sesos ya. Ni modo.
Y ahora, ahora que me estás buscando otra vez, espero que tengas la misma idea, porque esta vez, aunque me rogaras, no estaría, no en serio. Ya sabes cómo estamos: segundos, luego ya no.
Seremos siempre así, con esas ganas de ser, pero nunca ser.
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