1.06.2012

Scott Black.

Nota a mis nuevos lectores:

Les agradezco muchísimo que se tomen el tiempo de leer mis entradas y dejar su opinión. Me sorprende la cantidad de gente que me sigue, pienso que es bastante para un blog que acaba de iniciar.
 Por otro lado me alegra que les haya gustado la historia anterior. De cierta manera es parte de una especie de "Novela" que escribo, pero aun no esta lo suficientemente bien estucturarada
como para publicarla (me refiero al planteamiento, nudo y desenlace); pero tan pronto lo tenga la publicaré, pero aquí les dejo otro pedazo.






Cayó la tarde con aliento cálido. Tomé la ruta treinta y seis que me llevaba al centro al rededor de las cinco y cuarto. El trafico era ligero y en cuestión de cuarenta minutos me encontraba sentada en el borde de la fuente de la alameda. Las gotas de agua me acaricaban como si sintieran lástima por mí. Había perdido la esperanza de que viniera desde que nos habíamos citado. Probablemente sólo lo había hecho para humillarme, vengarse por lo que alguna vez le había hecho, o simplemente se olvidaría porque no le importaba. 
Fingí leer mi libro aunque me era imposible concentrarme en sus palabras, constantemente levantaba la mirada para ver si me encontraba con aquel chico de cabellos castaños y ojos color miel que me había amado más de lo que Alex alguna vez me amaría. 
Las hojas de los árboles empezaban a reflejar el color rojo escarlata que estaba tomando la tarde y la gente comenzaba a marcharse cuando alguién tomo lugar a lado mío.
Pensé que no vendrías ni siquiera le volteé a ver.
No eres la única  miró con desdén y suspiré.
Creí que estabas aquí porque querías verme metí el libro en mi bolsa de estambre.
Sabes bien que bromeo sonrió sin ganas y revisó en los bolsillos de sus jeans para evitar mi mirada toma.
Me entregó un sobre anaranjado. 
Es de Sophie, no quiere que te vayas Lo guardé
Scott... dudé en lo que iba a decirle Si no quieres estar aquí puedes irte me tembló la voz.
¿Qué tal está Alex? sonrió con malicia. La rabia me subió hasta la garganta y se hizo nudo Bastante bien- forcé una buena cara  ayer me llevó a cenar y tuvimos una noche excelente
¿Por qué me mientes Paula? soltó una risita burlona y cruzo los brazos- Alex salió de viaje desde hace un mes...
¡Lárgate Scott! miré al los árboles mientras los ojos se me humedecían de rabia y apretaba los dientes. 
Toda la malicia de Scott se desvaneció. Él no era así. A él le era imposible hacerme daño. Perdón, no era mi inteción... me sostuvo entre sus brazos
El ambiente olía a tabaco, dolor y arrepentimiento; probablemente Scott había estado fumando antes de llegar para calmarse el ansia.
Nos quedamos en silencio viendo como un hombre de overol azul empezaba a encender las lámparas de la plaza una a una.
Sí la era Scott  por fin le devolví el abrazo pero no importa, aún así...
Sí importa- Interrumpió ni siquiera debería saber eso... torció la boca
 Negué con la cabeza y acarice su mejilla. Sus ojos eran dulces, alegres pesé al dolor que denotaban; la respiración y los labios le temblaban. Acarició mi cabello con delicadeza, bien sabiamos que desde hacia meses nos comiamos entre miradas y roces.

Ya no te veré tan seguido... soltó despues de un largo rato de silencioNo lo sé me aparte de él no sé ni lo que va a pasar mañana.
Sentí como el calor de su cuerpo quemaba mi sangre fría. Rosamos labios y sin pensarlo lo besé. Fue suave, dulce, sin lujuría alguna, incluso pensé que iba a desmoronarse como los mazapanes. Había ganado el juego.



Bien sabes, Scott, que nunca tendrás esa frialdad.

1.04.2012

Alexander Bell

 Alex me miró con deseo a tiempo que una sonrisa felina se dibujaba en su rostro.

  Te extrañé Paula dijo en con suavidad, entremezclado su expresión con un suspiro.
Todo mi pelaje se erizó cuando abrazo mi cintura con sus manos.

 También te extrañé Alex Acomodé mis brazos alrededor de su cuello, por debajo de unos caireles castaños que ya habían crecido bastante Fue mucho tiempo sin ti, no te vuelvas ausentar así;  prométeme que no te irás de nuevo Alex negó con la cabeza. Después me besó.
Lo mío no son las promesas Paula río ligeramente.
 
Sólo no lo vuelvas costumbre Murmuré timidamente y los ojos se me humedecieron. Bajé la mirada y me acomodé sobre su pecho para evitar que notara mis lágrimas.
 Alex desprendía un olor a humo y un poco de alcohol. Una gabardina negra y algo desgastada caía hasta sus rodillas. Tenía curiosidad de lo que había sucedido en esos seis meses; pero por otro lado no quería enterarme de absolutamente nada. Preferia pretender que nunca se había ido sin siquiera avisar.
 Sentí como sus labios comenzaban a recorrer mi cuello, besándome como si deseara atragantarse con mi piel. No le detuve. Abrió la puerta de mi departamento desesperadamente y me llevo a cama. Me desnudó con la delicadeza de un tigre mientras yo tarde más por el miedo a encontrar las huellas de otra mujer.

Hace seis meses que no hacía esto con nadie, ¿lo sabías?
Ni yo con nadiementí.
Alex podía leer las mentiras en los ojos; pero esperaba que estuviera lo suficientemente distraido para no reparar en mi respuesta. No me sentía tan mal, sabía que probablemente él también me mentía, solo me sentí culpable por unos contados segundos.





 




















No te preocupes Alex; sé que nunca mereceré tu perdón, pero no tienes porqué enterarte...

1.01.2012

Paula Carbone'

Llevo por nombre Paula Carbone: soy un ser de aire y luz, más sin embargo soy un demonio joven salido de la más profunda oscuridad.
Soy una loba, aunque parezca una gata, y en realidad sea una zorra. Tengo alas de dragon pero algunas cuerdas atadas a mis patas.
Me alimento de almas y sentimientos acompañados de una tácita de té o café.
 De vez en cuando devoro personas enteras, pero no suele pasar muy amenudo. Sólo te aconsejo que no intentes montarme.
Vivo entre humo, aire y agua. Vivo en la neblina con olor a café y canela.